Después de un par de semanitas estresantes de clases, con sus prácticas y sus lectures, y sin ver a mi "Miguelito", ¡qué mejor que un palizón en tren y en autobús!
La verdad es que era lo que menos me apetecía, peeeeroooo...el destino y el motivo bien merecían la pena, (y bus y tren y lo que hiciera falta): pasar un fin de semana con Michi en ¡Venecia! Ohhhhh
Lo planeó todo él: el hotel, el transporte... y aunque con algún que otro contratiempo por culpa del maldito servicio postal de correos de Austria que me debe tener manía, el viernes al mediodía estábamos pisando suelo veneciano.
El hotel en Murano era una monada, pequeñito, nos dieron una habitación en la última planta, abuhardillada... una cucada... y Venecia...pues que decir de Venecia...¡es preciosa! es...¡Venecia!
No faltó nada en nuestro finde: nos tomamos un café en la Plaza de San Marcos, comimos pizza, pasta en un restaurante escondido en una de la miles de callejuelas de Venecia, disfrutamos de un gelatto artesano mientras nos perdíamos entre puentes y canales... y acabé con mal de tierra de tanto vaporetto para arriba, vaporetto para abajo: cuando estaba en "tierra firme" o sentada a una mesa, se movía todo...
Por supuesto, visita al Palacio del Duque...muy gracioso...fuimos a última hora, faltaba una hora y poco para que cerrasen y la mujer de la entrada nos dijo que mejor fuésemos al día siguiente por la mañana porque para verlo se necesitaban al menos dos horas, pero dijimos ¡qué narices! corremos un poquito y ya está...¿¿dos horas?? en 20 minutos ya habíamos visto todo el palacio incluidas las prisiones. Corriendo por las escaleras de oro, tarareando la canción de Rocky. Nos dio tiempo a verlo dos veces y pararnos a hacer fotos en el puente de los suspiros, donde los presos del duque suspiraban al ver por última vez en sus vidas, la luz del día y hacer un poquito el ganso en las prisiones, con la tipica foto de ¡estoy encerrao!
Hasta tuve mi ataque de risa en la torre que hay en la plaza de San Marco... si es que Venecia estaba plagada de españoles y los españoles gritamos mucho, y claro un español hace una broma sobre el tío que curra apretando el botón del ascensor para que suba la gente, y cuando entras en el ascensor...pues no te puedes contener. ¡¡qué palo!!
Y por otro lado, me sentí como en casa ¡entendía los carteles de publicidad del vaporetto! ¡y a la gente, aunque me hablase en italiano! ¡¡y gritan al hablar y hacen tanto ruido como nosotros!! y en Murano... la colada tendida en cuerdas en las fachadas de las casas...¡cómo en España! ¡que luego la calle huele a suavizante para ropa! Aaahhh ¡¡casa!!
Qué finde tan bueno pasé...y el tiempo fué perfecto: sol, sol y más sol... entre eso y el olor a mar del agua ¡me sentía de vacaciones!...pero no, no eran vacaciones, sólo un fin de semana. El domingo tocaba hacer de nuevo la maleta y dejar atrás el sol, el mar, los vaporettos y ese ruido de la gente en la calle que antes no me gustaba en España y que ahora adoro...