Pues eso mismo...¡vaya semanita que he tenido!
Otra cosa no, pero aquí en la universidad austriaca se pegan unas vacaciones de padre y muy señor mío, para ser más exactos, en febrero tocan 3 semanitas sin clases.
Esta pasada semana, del 14 al 20 de febrero, era mi última semanita de vacaciones...y ha cundido, vaya.
El lunes empezó con fiesta Erasmus. Es una suma sencilla: Erasmus + lunes + Viena = Ride club. Como siempre tenía algo que hacer los martes por la mañana y sino estaba los lunes muy cansada, hacía mucho que no iba al "Erasmus Lounge" de Ride club, que hacen todos los lunes... ¡ya iba tocando! así que allí que fui con María, la chica valenciana que conocí en el curso de alemán. María vino con Federica, una chica italiana, a mi casa, a intentar tomarnos unos snaps de melocotón antes de salir ...digo intentar, porque aquello era alcohol para las heridas con aroma a melocotón, porque sabor no tenía ninguno: sólo te quemaba la garganta...así que viendo que no eramos capaces de dar mas sorbitos a esa cosa, nos fuimos para Ride club. Y allí que estuvimos dándolo todo...dándolo todo e intentando zafarnos de todos los pelmazos "arrimo cebolleta como quien no quiere la cosa" que había por el local. Ahí que aparecieron dos muchachos austriacos muy majos que nos cerraban el corrito y nos ayudaban en nuestra interminable lucha contra los acoplados cansinos. A María le hizo tilín uno de ellos pero creo que él fijó un objetivo distinto...y equivocado... por más que ella hacía por hablarle el tío ni caso... paradito, paradito...a la que me arrimé yo un poquito...¡se me puso a hablar!...y fué a mi a quien agregó a facebook, ni a María ni a Federica, con mensajito incluido para quedar el próximo lunes... pero yo no quería mozo ninguno ¡yo estaba esperando a mi Miguelito que el día siguente volvía de Portugal!
El martes, después de la noche de fiesta, me desperté tarde -obviously-, hice los deberes de alemán, la colada...un martes rollazo, vamos...y por la tarde, curso de aleman. Lo bueno de mi martes llegaba por la noche. Ya en casita, de vuelta del curso de alemán, sonó la puerta... abrí y allí estaba Michael, con un ramo de flores en la mano...con un día de retraso, pero ahí estaba mi regalo de San Valentín (y no me refiero al ramo).
El miércoles me levanté muy prontito, madrugón total, para ir a apuntarme a "Latin-Aerobic", en la universidad de deportes de Viena. Es que necesito algo de actividad...Viena es bastante más pequeña que Madrid, y encima hay una parada de metro/bus/tranvía cada 500 metro,s con lo cual, ni me muevo, ¡no puedes ser! así que hay que ponerse las pilas para el veranito, y lo mejor, es que siendo estudiante, en la Universidad ésta de deportes sale baratito, baratito: 30 € el semestre, pero claro, hay que madrugar para no quedarse sin plaza.
Luego tocaba tarde cultural, Michi propuso ir al Palacio Belvedere a ver una exposición de pintura abstracta y contemporánea, todo esto después de darnos un paseito por el centro buscando, sin mucha suerte, una tienda en la que poder alquilar un Dirndl (el vestido típico del sur de Alemania y Austria, éste en plan campesina sesi)...el motivo para buscar un vestido de éstos para mi creo que tocará contarlo para la próxima semana.
El jueves, vamos a obviarlo...día de lo más aburridito...y con plan para salir surgido en el último momento...por aquello que tienen todos los tíos, que no saben avisar, salvo en el último momento, que al final se quedan con los colegas, sin el suficiente tiempo para que nosotras, abnegadas compañeras suyas, hagamos planes por nuestra cuenta, en vez de estar esperando como estúpidas en casa. Pues eso, ... que Miguelito llamó a la hora a la que se supone que había dicho que llegaría a mi casa, para decirme que al final no venía...¡cooooño después de que le he dicho a María que no salía porque lo estaba esperando! ¡¡¡¡¡HOMBRES!!!! Todos cortaditos por el mismo patrón... pero nada que no solucione una llamada de móvil para saber dónde estaba María: ¿en Loco? coño, al lado de mi casa...¡espera 15 minutos que voy!... es lo bueno de vivir en la residencia que vivo: los bares de Nussdorferstrasse están a un tiro de piedra.
Y el viernes: tarde de chicas... de lo más femenino: shopping!! fuí con María a Maríahilfer, porque ella quería buscar un vestido para una fiesta que tenía ese mismo día y yo necesitaba unas mayas para aerobic, que empiezo el día 2 de Marzo. Al final ella acabó con el vestido...y con una camiseta, un abrigo y un sujetador...dice que soy una mala influencia para ir de compras...¡pero eso ya lo sabía yo! soy una mala influencia para mi misma yendo de compras, porque yo que iba buscando un pantalón de deporte, de eso no me compré nada y sí un cinturón y una camiseta.
Después de la sesión de compras, me tomé con Celia un cafelito con charla y sobre las 7 o así, vino a buscarme Michi, con disculpas en forma de caja de bombones... los bombones siempre se agradecen...pero no hacían falta... todos sabemos que las mujeres perdonamos pero no olvidamos: en mi mente sigue el "arrieritos somos...". Para compensar, se entiende, planeó tarde-noche tranquilita y romanticona: pizza y peli tierna: Amelie.
El sábado por la mañana comenzó también fuerte: había quedado con Celia para ver el mercado de Brunnenmarkt, en la zona turca de Viena. La excusa para ir era que, como habían venido l@s amig@s de Laura desde Madrid para visitarla, íbamos a hacer en su residencia una "cenita internacional" esa noche...así que íbamos al mercado para ver si encontrábamos ingredientes más baratitos...y para cotillear qué se vende allí y a que precio, qué narices. La experiencia fué bastante positiva, a pesar de que hacía un frío de morirse, creo que merece una cuantas visitas más para comprar fruta y alguna que otra cosa que es más complicado encontrar en los super normales, o que simplemente, en Brunnenmarkt tenían mejor aspecto.
Del mercado fuimos a casa de Celia a preparar las tortillitas de patata, una con cebolla y otra sin cebolla, y una crema catalana que se me antojó a mi hacer. Y así, entre cortar patatas, remover leche con yemas de huevo, "ahuhtar" las patatas con el huevo y demás, se nos pasó la mañana; tanto, que a las 4 de la tarde vino Michi a casa de Celia, y aún estabamos cociendo los espaguetis para comer. Las tortillas de patata tenían una pinta estupenda y a la crema catalana no encontramos el modo de quemarle el azúcar de la parte de arriba, así que se quedó sin azúcar quemado (pongamos que es la versión madrileña de una crema catalana), todo eso se unió en la cocina de la resi de Laura a un pisto manchego, unas patatas bravas y ali-oli, unos montaditos de jamón y pan tumaca, un pastel de queso (pastel salado) búlgaro, un goulash,...-vamos, que fue una comida española con acompañamiento internacional- y en representación austriaca...dos impresionantes apfelstrudel que preparó Michi... con sus pasas, su azucar glas, todo decoraditos ellos... él dice que no, pero yo sigo pensando que él y Steffi deberían abrir en los Madriles una pastelería austriaca. En fin, si le falla lo de la ingeniería de minas, siempre queda esa opción...
La noche la terminamos en un garito entre Stephansplatz y Schwedenplatz, moviéndo el esqueleto...9 españoles y Michael... ¡extranjero en su tierra!
Y llegó el domingo...aaaayyy el domingo...ni desayuné ni comí....porque nos levantamos muy tarde, después de un sábado tan duro... pero ese día, a las 3 y media, a una hora muy austriaca por supuesto, tocaba cafecito en casa de los padres de Michi... ains... como no encontraba el maldito vestidito de campesina centroeuropea (entiéndase Dirndl) para alquilar a un precio razonable... se abrió el cielo y la madre de Michi encontró una solución. Ella tenía uno que quizás me podría servir...y servía... pero había que arreglarlo un poco, por aquello de que una es menudita y me sobraba un poco de tela, así que había que ir a hacer la visita para que me tomaran las medidas, y nunca mejor dicho.
Y así fué, a las tres y pico allí estábamos tomando el café con sus padres, ... la verdad es que cero nervios, porque estaba sopa total, tenía un sueño encima que no podía ni tener nervios... pero aquello del corte inicial es inevitable... pero al final... ¡mu majos oye! me quise morir de la vergüenza cuando me enteré de que el día en que su padre me había visto en la universidad, no fué cuando estaba en el ascensor hablando con Luis y Laura, sino cuando estaba con Laura en las mesas de la entreplanta "haciendo" el trabajo de Higiene de alimentos y riendo a voz en grito, para no verme, claro... pero bueno... qué se le va a hacer ¡una es española! y los españoles cuando nos reimos, nos reimos... gritando...como todo lo demás.
Después de la visita tocaba la guinda del pastel a esa semana... en qué hora se me ocurrió sugerírselo: ir a patinar sobre hielo en la super-mega-pedazo de pista que han montado en Rathaus. La pista de hielo es una pasada...son como tres pistas diferentes, cada una con una dirección de giro distinta, claro, vamos, que van haciendo como un ocho de tres cuerpos...y con unos caminitos de hielo que recorren el parque de Rathaus, por los que puedes también patinar. Todo esto acompañado de luces de colores y músiquita...¡fliiiiipante!, se llama "Sueño de hielo vienés" traducido al cristiano (al aleman no se le puede llamar cristiano, es una legua del demonio!!) y sueño...no se... pero yo las estrellas las vi un par de veces...un par sí, no mas, pero las vi a conciencia. ¡vaya dos ostias que me metí! Por tonta, que no tiene otro nombre, porque no fue cuestión de equilibrio, sino por empeñarme en patinar sobre hielo como si lo hiciese sobre ruedas, y no puede ser... se me clavó la punta de la cuchilla en el hielo ¡y al suelo! y si no tuve bastante con una galleta...¡dos! Ahí están mis rodillas moradas como prueba de mi agilipollamiento, pero bueno, salvo eso... la experiencia estuvo muy bien...ejem...(corramos un tupido velo...).
Así que sin lugar a dudas, la pista de hielo con sus dos hostiones incluidos fué el final perfecto para una semana de lo más movidita...acabarla con unas rodillas doloridas y llenas de moratones y con los dedos de las manos que no los podía ni mover de lo congelados que estaban era la guinda del pastel...¡vaya manera de terminar una semana!
Pero no, espera...había una sorpresa...cuando llegué a casa hecha polvo, literalmente, Michi me dijo que al final no tenía que marcharse a Leoben esa noche y podía quedarse conmigo una noche más... :) ...así que descargamos una peli... y parece que eso de ver una peli abrazado a alguien tiene efecto analgésico, porque ni con el dolor de los moratones de las piernas pude resistir el sueño y me quede dormida en los brazos de Michi antes de que terminase la película... ese sí es un final perfecto para esta semana...
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