jueves, 6 de enero de 2011

MADRÍ, MADRÍ, MADRÍ


Qué cosa tan extraña ésta del Erasmus...he pasado tres meses fuera de mi casa, de mi ciudad, de mi pais...¡de mi tierra! tres meses que se dice pronto. El día que llegué a Madrid, cuando escuchaba a la gente a mi alrededor en el aeropuerto, y era capaz de entender todo lo que decían, cuando iba en el coche de mi padre viendo el llanísimo paisaje madrileño, cuando volvía a ver lugares por los que había pasado tantas veces...se me hacía muy extraño...extrañísimo. Estaba de nuevo en Madrid...
Al día siguiente quedé con Anita ¡había que ponerse al día de todos los cotilleos! y hacer una sesioncita de shopping en Primark. Después de la tarde de compris fuimos a La Vaguada a cenar...¡La Vaguada! ¡Ay, La Vaguada!...y fuimos con el coche hasta el centro comercial por las calles del Barrio del Pilar...y fue cuando tuve la sensación más extraña de todas...la de no haberme ido nunca. Parecía que había sido ayer cuando había estado en ese mismo coche de Ana, recorriendo esas mismas carreteras y calles camino de La Vaguada.
Cenamos en el Vips...¡otro clásico español! mi particular "fundy o'clock" (sin jamón de York ni pavo, of course)...¡y que gustazo volver a llevarse sentir en la boca esos sabores tan familiares! ¡mi fundy o'clock!
(y estando en Madrid, como no, ha tocado también visita al Crepes & Waffles de Diversia...y sentir el cielo con el waffle de arequipe).


Al día siguiente, el 24, tocó levantarse prontito porque íbamos a pasar la Nochebuena y el finde en el pueblo, con toda la familia. ¡madre mia! en ese recóndito rincón de la España profunda hace si cabe más frio que en la misma Viena. Me pasé casi todo el fin de semana en casita y como yo creo que toda la gente que pudiese estar por allí, porque las pocas veces que fui a dar un paseo no veias un alma en la calle. Fue finde de familia, de risas, de recuerdos, de discusiones de política (cómo no!), de langostinos, pulpo, cordero y turrones.

De vuelta a Madrid, la sensación de no haberme ido nunca de aquí se acrecentaba. Raro, raro...además todo ese fin de semana en el pueblo me había resultado imposible conectarme a internet y por lo tanto, contactar con nadie de Austria, así que esos tres meses parecían aún más perdidos en la memoria. Es una sensación rarísima, es como si todos esos días, todas esas vivencias hubiesen sido un sueño...como si realmente nunca hubiesen ocurrido, como si yo no tuviese una habitación en una residencia vienesa esperando a que vuelva...como si nunca me hubiese marchado de Madrid...que sigue igual que siempre.

Pero si que he estado fuera esos tres meses y el primer día que volví a recorrer las castizas calles del centro de la capital, sentí un cierto cariño por esta ciudad. Miraba a los edificios de la Puerta del Sol con una sonrisa en la cara, miraba todo con una mezcla de nostalgia y alegría...¡estaba en Madrid...mi Madrid! y es curioso, como se acaba queriendo a una ciudad como Madrid, a la que todos los que vivimos en ella odiamos, cuando has pasado un tiempo fuera...

La calle de Preciados llena de gente, que no cabe un alfiler, el ruido de Gran Vía, la gente, que no susurra como hacen en Viena, sino que hablan alto, muy alto...que se oye, que genera ese murmullo de voces en la calle, tan nuestro...¡ese olor a bollo de la Mallorquina! y la gente sin vergüenza ninguna luciendo pelucas de colores compradas en la Plaza Mayor...¡esto es España! y que alegría da ver todo eso ¡cómo me gusta lo español! pero son cosas que no sabes apreciar hasta que no has estado fuera...y es entonces cuando entiendes porque los turistas que vienen a nuestro país se quedan enamorados del caracter de la gente de aquí, porque yo siendo española, cuando veía y sentía cada una de estas cosas en mi interior exclamaba un "¡me encanta!"

Durante estos días en Madrid he caminado unos cuantos día por las calles más castizas de Madrid, pero me encantó en especial la tarde-noche del día 1 que fui con mis padres al centro de Madrid, cámara en mano como una turista más...poniendo como broche al paseo un bocata de calamares en la Plaza Mayor.

Por supuesto el día anterior al paseo hubo Nochevieja con sus uvitas "on time", algo de oro en las copas, noche con los colegas, ron miel y desayuno de chocolate con churros...¡qué clásico!...¡qué bueno es sentirse en casa!

Madrí, Madrí, Madrí...¡cómo se te voy a echar de menos!

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